La miel y sus propiedades curativas (1)
La miel como remedio fue descubierta por nuestros antepasados de forma
empírica y desde hace mucho tiempo se conocen, entre otras, sus
propiedades antisépticas, dietéticas, edulcorantes, tonificantes,
calmantes, laxantes y diuréticas.
Aunque para muchos países occidentales la miel es un simple
edulcorante sustitutivo del azúcar, para otros es considerada como un
auténtico medicamento utilizado en múltiples afecciones.
Concretamente, en la antigua URSS los campesinos llamaban a las abejas
"las farmacéuticas aladas". No obstante, también se le han atribuido a
este alimento medicamento unas acciones farmacológicas que no posee,
ensalzando propiedades que no manifiesta.
Existen autores que defienden la teoría de que la miel tiene las
propiedades medicinales de las plantas de las cuales procede,
atribuyendo a las diferentes mieles mono-florales procedentes de
plantas melíferas medicinales sus propiedades curativas (Nahmias,
1980).
Si bien es cierto que la mayoría de las plantas medicinales también
son melíferas, no se puede generalizar y caer en el error de que
tengan sus mismas propiedades, ya que las sustancias activas, a causa
de los diferentes metabolismos de la planta, difícilmente llegan al
néctar y cuando lo hacen no es en la cantidad suficiente para que sean
eficaces.
En este trabajo se pretende pasar revista a las acciones y usos
farmacéuticos de la miel, comprobados por experiencias clínicas,
científicas o de uso popular, y que pueden llegar a explicar los
verdaderos valores terapéuticos de este producto apícola.
ETRATAMIENTO DE HERIDAS
La miel posee un gran poder antibiótico y emoliente, por lo que ha
sido utilizada desde siempre en el tratamiento de heridas, quemaduras,
úlceras, etc., debido a su contenido en una sustancia de efecto
antimicrobiano denominada inhibina (Dolci, Du & Dziao,l937). En los
papiros de Eberts y Smith, que datan de antes del año 1500 a. C. ya se
aconsejaba tratar con miel las heridas.
Hipócrates, en su obra "Consideraciones sobre el tratamiento de las
heridas", recomienda curarlas con miel.
Avicena, en su libro "Cánones de la medicina", escribe sobre la
eficacia de la miel en el tratamiento de las úlceras profundas
infectadas.
Plinio el Viejo (28-70, d. C) considera que la mezcla de miel con
aceite de hígado de bacalao es el mejor remedio para tratar las
heridas.
Según loirish (1985), el Dr. Lücke en 1933 propone tratar las heridas
infectadas con un ungüento a base de miel y aceite de hígado de
bacalao. El autor parte del hecho de que la miel actúa favorablemente
sobre la desinfección y cicatrización de heridas infectadas, mientras
que el aceite de hígado de bacalao contribuye a la regeneración del
epitelio. También cita las experiencias del cirujano ruso Krinitski,
que obtuvo buenos resultados al tratar 52 casos con este mismo
ungüento de miel y aceite de hígado de bacalao. Doce enfermos
presentaban osteomielitis, 7 estaban afectados de hidradermitis, 3
sufrían paranefritis y 30 mostraban quemaduras. Según sus
observaciones clínicas, la presencia de miel en la herida condujo a
una elevación brusca del glutatión en el humor de la herida, jugando
un papel importante en los procesos redox del organismo. Por tanto, se
estimula la división y el crecimiento de las células y, en
consecuencia, favorece la cristalización.
Ioirish (1985) también cita el caso de un médico ucraniano que
utilizaba la miel en el tratamiento de heridas y úlceras rebeldes que
cicatrizaban con dificultad. Relata el caso de un paciente mutilado de
25 años que tenía en el reverso de la planta del pie derecho una gran
cicatriz. En el centro de ésta tenía una úlcera de 3 x 5 cm con un
fondo profundo, de color gris brillante y con bordes necrosados. Este
estado persistía desde hacía meses, y después de aplicarle un ungüento
a partir de miel la herida cicatrizó al cabo de 22 días.
Heinerman (1988) recomienda la aplicación de miel en el tratamiento de
úlceras, lesiones herpéticas, grietas y llagas. Para las úlceras
varicosas crónicas, quemaduras y lupus eritematoso, aconseja una
mezcla de miel y vaselina (80: 20).
También indica que de 50 casos de ulceraciones de la piel tratadas con
miel, del 38-76% se curaron completamente, del 10-20% sufrieron
curaciones parciales y sólo del 2-4% no tuvieron ninguna mejoría, cosa
que demuestra la gran actividad cicatrizante de la miel en estas
afecciones y confirma la utilización de la miel incluso en cirugía
hospitalaria.
AFECCIONES CUTÁNEAS Y COSMETICA
Los antiguos tratados de medicina rusa, como comenta Ioirish (1985),
reflejan numerosos consejos sobre la forma de tratar las enfermedades
de la piel con miel. Indica que 27 pacientes que sufrían de forúnculos
y carbúnculos, fueron tratados exitosamente con miel. Asimismo,
resalta casos de curaciones de tuberculosis cutánea con la aplicación
de vendas impregnadas con miel.
La miel tiene una acción benéfica sobre la piel a causa de las
propiedades nutritivas, emolientes y bactericidas que posee y que la
convierten en un excelente cicatrizante, como hemos indicado. La miel
también nutre los tejidos epiteliales y las ramificaciones nerviosas
subcutáneas.
Así, la miel tiene buenas aplicaciones en cosmética a causa de sus
propiedades calmantes, demulcentes, antiinflamatorias, epitelizantes,
emolientes, hidratantes, refrescantes y tonificantes. Se puede
utilizar en forma de lociones, geles, emulsiones, soluciones, cremas,
jabones, ungüentos, stiks y pastas, entre otras formas, como indica
Propersino (1988).
Se considera a la miel como un buen remedio para las arrugas, según
Heinerman (1988), ya que proporciona suavidad y frescor a la piel.
Recomienda su aplicación en forma de mascarillas y es un buen remedio
para las pieles secas. Antiguamente, ya Hipócrates y Avicena señalaban
las propiedades de la miel para otorgar a la piel del rostro matices
de frescor y juventud. Como se ha indicado, la miel no sólo suaviza la
piel, sino que además la nutre.
Gracias a su propiedad higroscópica, absorbe las secreciones cutáneas
y actúa como desinfectante. Del mismo modo, la miel proporciona
elasticidad y tersor a la piel, borrando arrugas y asperezas. Los
baños de miel también ejercen una acción médico profiláctica sobre la
piel y sobre todo el organismo en dosis de 200-250 g de miel por baño.
Se pueden aplicar en baños fríos, tibios y calientes.
empírica y desde hace mucho tiempo se conocen, entre otras, sus
propiedades antisépticas, dietéticas, edulcorantes, tonificantes,
calmantes, laxantes y diuréticas.
Aunque para muchos países occidentales la miel es un simple
edulcorante sustitutivo del azúcar, para otros es considerada como un
auténtico medicamento utilizado en múltiples afecciones.
Concretamente, en la antigua URSS los campesinos llamaban a las abejas
"las farmacéuticas aladas". No obstante, también se le han atribuido a
este alimento medicamento unas acciones farmacológicas que no posee,
ensalzando propiedades que no manifiesta.
Existen autores que defienden la teoría de que la miel tiene las
propiedades medicinales de las plantas de las cuales procede,
atribuyendo a las diferentes mieles mono-florales procedentes de
plantas melíferas medicinales sus propiedades curativas (Nahmias,
1980).
Si bien es cierto que la mayoría de las plantas medicinales también
son melíferas, no se puede generalizar y caer en el error de que
tengan sus mismas propiedades, ya que las sustancias activas, a causa
de los diferentes metabolismos de la planta, difícilmente llegan al
néctar y cuando lo hacen no es en la cantidad suficiente para que sean
eficaces.
En este trabajo se pretende pasar revista a las acciones y usos
farmacéuticos de la miel, comprobados por experiencias clínicas,
científicas o de uso popular, y que pueden llegar a explicar los
verdaderos valores terapéuticos de este producto apícola.
ETRATAMIENTO DE HERIDAS
La miel posee un gran poder antibiótico y emoliente, por lo que ha
sido utilizada desde siempre en el tratamiento de heridas, quemaduras,
úlceras, etc., debido a su contenido en una sustancia de efecto
antimicrobiano denominada inhibina (Dolci, Du & Dziao,l937). En los
papiros de Eberts y Smith, que datan de antes del año 1500 a. C. ya se
aconsejaba tratar con miel las heridas.
Hipócrates, en su obra "Consideraciones sobre el tratamiento de las
heridas", recomienda curarlas con miel.
Avicena, en su libro "Cánones de la medicina", escribe sobre la
eficacia de la miel en el tratamiento de las úlceras profundas
infectadas.
Plinio el Viejo (28-70, d. C) considera que la mezcla de miel con
aceite de hígado de bacalao es el mejor remedio para tratar las
heridas.
Según loirish (1985), el Dr. Lücke en 1933 propone tratar las heridas
infectadas con un ungüento a base de miel y aceite de hígado de
bacalao. El autor parte del hecho de que la miel actúa favorablemente
sobre la desinfección y cicatrización de heridas infectadas, mientras
que el aceite de hígado de bacalao contribuye a la regeneración del
epitelio. También cita las experiencias del cirujano ruso Krinitski,
que obtuvo buenos resultados al tratar 52 casos con este mismo
ungüento de miel y aceite de hígado de bacalao. Doce enfermos
presentaban osteomielitis, 7 estaban afectados de hidradermitis, 3
sufrían paranefritis y 30 mostraban quemaduras. Según sus
observaciones clínicas, la presencia de miel en la herida condujo a
una elevación brusca del glutatión en el humor de la herida, jugando
un papel importante en los procesos redox del organismo. Por tanto, se
estimula la división y el crecimiento de las células y, en
consecuencia, favorece la cristalización.
Ioirish (1985) también cita el caso de un médico ucraniano que
utilizaba la miel en el tratamiento de heridas y úlceras rebeldes que
cicatrizaban con dificultad. Relata el caso de un paciente mutilado de
25 años que tenía en el reverso de la planta del pie derecho una gran
cicatriz. En el centro de ésta tenía una úlcera de 3 x 5 cm con un
fondo profundo, de color gris brillante y con bordes necrosados. Este
estado persistía desde hacía meses, y después de aplicarle un ungüento
a partir de miel la herida cicatrizó al cabo de 22 días.
Heinerman (1988) recomienda la aplicación de miel en el tratamiento de
úlceras, lesiones herpéticas, grietas y llagas. Para las úlceras
varicosas crónicas, quemaduras y lupus eritematoso, aconseja una
mezcla de miel y vaselina (80: 20).
También indica que de 50 casos de ulceraciones de la piel tratadas con
miel, del 38-76% se curaron completamente, del 10-20% sufrieron
curaciones parciales y sólo del 2-4% no tuvieron ninguna mejoría, cosa
que demuestra la gran actividad cicatrizante de la miel en estas
afecciones y confirma la utilización de la miel incluso en cirugía
hospitalaria.
AFECCIONES CUTÁNEAS Y COSMETICA
Los antiguos tratados de medicina rusa, como comenta Ioirish (1985),
reflejan numerosos consejos sobre la forma de tratar las enfermedades
de la piel con miel. Indica que 27 pacientes que sufrían de forúnculos
y carbúnculos, fueron tratados exitosamente con miel. Asimismo,
resalta casos de curaciones de tuberculosis cutánea con la aplicación
de vendas impregnadas con miel.
La miel tiene una acción benéfica sobre la piel a causa de las
propiedades nutritivas, emolientes y bactericidas que posee y que la
convierten en un excelente cicatrizante, como hemos indicado. La miel
también nutre los tejidos epiteliales y las ramificaciones nerviosas
subcutáneas.
Así, la miel tiene buenas aplicaciones en cosmética a causa de sus
propiedades calmantes, demulcentes, antiinflamatorias, epitelizantes,
emolientes, hidratantes, refrescantes y tonificantes. Se puede
utilizar en forma de lociones, geles, emulsiones, soluciones, cremas,
jabones, ungüentos, stiks y pastas, entre otras formas, como indica
Propersino (1988).
Se considera a la miel como un buen remedio para las arrugas, según
Heinerman (1988), ya que proporciona suavidad y frescor a la piel.
Recomienda su aplicación en forma de mascarillas y es un buen remedio
para las pieles secas. Antiguamente, ya Hipócrates y Avicena señalaban
las propiedades de la miel para otorgar a la piel del rostro matices
de frescor y juventud. Como se ha indicado, la miel no sólo suaviza la
piel, sino que además la nutre.
Gracias a su propiedad higroscópica, absorbe las secreciones cutáneas
y actúa como desinfectante. Del mismo modo, la miel proporciona
elasticidad y tersor a la piel, borrando arrugas y asperezas. Los
baños de miel también ejercen una acción médico profiláctica sobre la
piel y sobre todo el organismo en dosis de 200-250 g de miel por baño.
Se pueden aplicar en baños fríos, tibios y calientes.
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