La miel y sus propiedades (2)

DERMATITIS SEBORREICA Y CASPA

El Dr. Al-Waili NS (Dubai Specialised Medical Centre and Medical
Research Labs, P.O.Box 19964, Dubai, United Arab Emirates.
waili2000@hotmail.com) investigó el uso tópico de la miel pura como
tratamiento de la dermatitis seborreica y la caspa. Se seleccionó un
grupo de 30 pacientes que presentaban dermatitis seborreica del cuero
cabelludo, frente y tórax, se tomaron 20 varones y 10 mujeres con
edades de entre 15 y 60 años de edad. Estos pacientes presentaban
pérdida de cabello, picazón, enrojecimiento del cuero cabelludo,
ronchas secas con escamas secas, lesiones fisuradas y costrosas.

A los pacientes se les indicó aplicarse diariamente una mezcla de 90%
de miel pura con 10% de agua tibia y frotarse la zona en tratamiento
por unos 2 – 3 min, dejar esa área cubierta por la mezcla durante 3
horas y luego enjuagarse con agua tibia: El tratamiento se hizo
durante 4 semanas. Luego se los observó durante 6 meses, en cuyo
tiempo a la mitad se la siguió tratando con la mezcla de miel+agua una
vez por semana. La otra mitad del grupo en estudio se la tomó como
control.

Todos los pacientes respondieron favorablemente. En la primer semana
del tratamiento desapareció el picazón y enrojecimiento de la zona
afectada. Las lesiones cicatrizaron y en dos semanas desaparecieron
completamente. Agregado a esto, los pacientes señalaron mejoría en la
pérdida del cabello. Ninguno de los 15 pacientes tratados semanalmente
con miel mostró reaparición de sus síntomas, mientras que 12 del grupo
control sí volvieron a padecerlos, 2 – 4 meses después de haber
detenido el uso local de la miel.

La experiencia del Dr. Al-Waili NS, una vez más, comprueba que el uso
de la miel es curativa de procesos dermatológico tan frecuentes como
lo es la dermatitis seborreica y la caspa, principales causa de la
pérdida del cabello. Dr. HugoAguirre, Apicultor-Médico-Apiterapeuta,
Com. Direct. Soc. Arg de Apicultores

¿CÓMO ACTUA LA MIEL SOBRE LAS HERIDAS?

La miel dio buenos resultados en el tratamiento de la úlcera venosa de
las piernas, úlceras de las piernas de etiología diversa, ulceraciones
del pie de diabético, llagas átonas post-trasplante, abscesos y
quemaduras y heridas quirúrgicas infectadas en los miembros
inferiores. Todas las heridas tratadas se curaron, con la excepción de
las que iban asociadas a una insuficiencia arterial. Las infecciones
desaparecieron rápidamente, incluidas las causadas por Pseudomonas.
Queda comprobado que los apósitos empapados en miel son la mejor
modalidad de aplicación de la miel sobre una herida y de mantenerla
ahí por un tiempo suficiente. No obstante, previamente hay que
rellenar de miel las anfractuosidades de la lesión, de tal forma que
esté en contacto con toda la superficie dañada. Los senos infectados
pueden rellenarse de miel con la ayuda de un catéter. En el caso de
las heridas de fuerte exudación, se observó que con la renovación del
apósito también se quitaba la miel de encima de la herida, cuando los
tapones Gamgee (tapones de algodón de envoltura poco pegajosa
empleados como apósitos, como tapones compresivos para proteger la
herida contra el frío y los traumas) se empleaban empapados en miel,
dejando así la herida limpia para la aplicación del nuevo apósito. Con
los tapones adhesivos con alginato (tapones muy absorbentes y
biodegradables, con contenido de alginato, un producto extraído de
algas marinas) no se conseguía el mismo efecto. Varios pacientes se
vieron obligados a renunciar a este tratamiento, por considerarlo
demasiado doloroso. Algunos empezaron el tratamiento con una miel cuya
acidez había sido neutralizada, y así se comprobó que era la acidez de
este producto de la colmena lo que provocaba la sensación dolorosa.

Pese a su escaso tenor en agua "libre", la miel asegura un medio
húmedo para la cicatrización, que en estas condiciones se desarrollará
lo mejor posible. La miel no produce la deshidratación de los tejidos,
gracias a sus efectos osmóticos, sino que dirige los líquidos de la
circulación subyacente hacia los tejidos dañados. De esta manera,
encima del apósito se va formando una capa de miel diluida, que
impedirá su adherencia y, en consecuencia, evitará que con el cambio
del apósito se quite también el tejido nuevo. Otra consecuencia
favorable del efecto osmótico es que asegura a la herida el oxígeno y
los elementos nutritivos necesarios a los tejidos traumatizados, por
medio del flujo linfático que induce. Los componentes de la miel
aportan un suplemento de elementos nutritivos, que aumenta la tasa de
crecimiento del tejido de granulación. En este medio húmedo, la alta
osmolaridad de la miel protege el tejido cutáneo de la maceración y
sus propiedades antibacterianas impiden el crecimiento bacteriano. Su
gran viscosidad constituye una barrera protectora contra el riesgo de
infección cruzada de las llagas.

Un buen número de autores estiman que la actividad antibacteriana de
la miel se debe exclusivamente al efecto osmótico de los azúcares de
alta concentración que contiene. Pero hay numerosos estudios
microbiológicos que muestran que muchas mieles tienen componentes cuyo
efecto antibacteriano es más acusado que el de la osmolaridad. Aunque
el peróxido de hidrógeno, el agente antibacteriano mayor de la miel,
haya sido eliminado del arsenal de los productos de curación de las
heridas a causa de su efecto irritante, la concentración que puede
alcanzar al nivel de un apósito con miel (como regla general,
alrededor de 1 nmol/l en la miel) es varios miles de veces más floja
que la de una solución al 3% de peróxido de hidrógeno. La miel puede
ser un agente antibacteriano potente. Ensayos con mieles dotadas de
una actividad antibacteriana mediana mostraron que, incluso diluidas
diez veces o incluso más, son capaces de inhibir las especies de
bacterias que lo más a menudo infectan las heridas, siendo poco
importantes las variaciones de sensibilidad de las cepas de
Staphylococcus aureus y Pseudomonas aisladas en clínica.

Otro mecanismo a través del cual la miel elimina la infección de las
heridas está representado por su efecto activador del sistema inmune,
pues se ha señalado que estimula la mitosis de los linfocitos B y T y
activa los leucocitos neutrófilos. Hay más, suministra una importante
aportación de glucosa, fundamental para el crecimiento explosivo del
número de fagocitos.

Igualmente, la miel ejerce una acción anti-inflamatoria y estimula la
angiogénesis.

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